La historia de los carros americanos en Cuba puede ser comparada con la de la gente, con la diferencia que los hoy llamados almendrones han tenido sus años de gloria bien definidos cuando corrían por las calles y carreteras de la Isla los últimos modelos de Ford, Chevrolet, Plymouth, Buick, importados de los Estados Unidos.
Hoy solo unos pocos de estos autos clásicos gozan de buen estado, gracias a que sus dueños los cuidan celosamente y gastan fortunas para mantener a estos colosos con vida. En cambio la mayoría son usados para el trabajo fuerte, como bueyes que surcan la ciudad obligados a laborar largas jornadas, transportando personas de un punto a otro, a veces casi sin siquiera poder.
Como muchas personas, estos autos han sufrido transformaciones a lo largo de su vida adaptándose al medio, cambiando sus piezas principales por unas más modernas, resurgiendo y volviendo a la vida. Algunos han quedado en el camino cediendo sus partes para que otros puedan seguir rodando; como quien dona sus órganos para salvar la vida de un desconocido en un último acto de altruismo, los más desgraciados se desvanecen en garajes roídos por el óxido o abrazados por el sol, la lluvia y la maleza.
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